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alcazar451
14 septembre 2005

Le pardon d'un catholique (La Razon - en espagnol)

El padre Eugenio Laguarda

Madrid- Sobrevivió a los culatazos, a los golpes e incluso al tiro de gracia que le descerrajaron dos milicianos en la noche del 17 de junio de 1938. 67 años después de aquel episodio, el sacerdote Eugenio Laguarda fallecía en la localidad valenciana de Bonrepós, donde fue enterrado el lunes.

   El presbítero fue detenido a los 27 años de edad por dos milicianos tras permanecer 22 meses escondido en una masía. «Uno de los soldados me registró y me encontró el breviario. Me dio un culatazo con el fusil en la cara que me derribó y me dejó sin visión en el ojo derecho. Me ordenó que me levantara y me volvió a dar otro culatazo que me rompió la nariz. Cuando ya no pude levantarme, me pegaron el tiro de gracia. La bala me entró justo por debajo del ojo izquierdo, siguió por la graganta, me atravesó el paladar, la lengua y el pulmón, en donde permaneció durante 16 años», recordaba el sacerdote en 1999 durante una entrevista concedida al semanario «Paraula». Posteriormente, los milicianos le dieron por muerto y le despeñaron por un barranco.

   Concluida la Guerra Civil, los soldados fueron condenados a muerte por este acto, pero Laguarda intercedió por sus verdugos y obtuvo el perdón para ambos. «Creo que uno de ellos vive –refería el sacerdote en 1999– y se llama Antonio, pero los apellidos no se los digo». «Como ellos prefirieron no venir a verme, yo tampoco fui a verlos. No lo creí conveniente. La verdad es que me habría gustado que hubieran venido a disculparse», añadía el padre Laguarda con humildad.

   En marzo de 2001 fueron beatificados 233 mártires valencianos. «Dios vio que yo no merecía estar entre ellos. Quiso que trabajase muchos años», añadía el presbítero. «Celebro misa a las 7 de la mañana y después confieso durante horas», narraba a los 89 años de edad.

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